Adorado sea Jesús Sacramentado
Ave María Purísima
¡Felices Pascuas de
Resurrección durante todos los días de este tiempo litúrgico que estamos
viviendo!
Para
que nos sirvan de reflexión, reflejamos aquí algunas ideas que ha manifestado en
este mes de mayo, el primer pastor de nuestra diócesis, el Excmo. y Rvdmo. Sr.
Dr. D. Santiago García Aracil, arzobispo de Mérida-Badajoz:
“El
acontecimiento de la Beatificación de Juan Pablo II ha de ser, para los
cristianos, una llamada a asumir el gran mensaje, pronunciado con la fuerza de
su valentía y de su capacidad de entrega y de esperanza. Mensaje que nos enseña
que los hombres y mujeres de Dios, se curten en la fe y en la adversidad afrontada
desde la unión con el Señor que es fuente de toda gracia.”
“Es
responsabilidad de los pastores, de los educadores, de los catequistas, de
quienes actúan en comunidades eclesiales y en grupos y movimientos apostólicos,
hacer llegar a las gentes las razones últimas, fundamentales y verídicas en las
que se funda y apoya cualquier forma de fe y de práctica religiosa.”
“La Parroquia
es la realidad en la que las personas son recibidas en la Iglesia por el
Bautismo; iniciadas en la fe mediante la acción catequética y mediante el
acercamiento al Señor por la oración y por la participación en los sacramentos.
La Parroquia es el ámbito en el que los fieles participan en la celebración de
los Misterios del Señor; en el que gozan de la misericordia divina por el sacramento
de la Penitencia; en el que son acompañados cuando llegan los momentos más
destacados de su vida; y en el que son presentados ante el Señor cuando Él decide
llamarlos junto a sí. En ella
debe considerarse la figura y misión del Párroco, que es su Pastor, y el lugar
y las necesidades de los fieles que, junto con el Párroco, integran la
Comunidad parroquial.”
“Estamos
llamados a desempeñar, en todos los tiempos y lugares, la misión propia del
profeta que anuncia y procura la civilización del amor, la paz en la justicia,
y la esperanza contra toda desesperanza.”
“En estas fechas, en que en todos los pueblos y parroquias se
celebran las Primeras Comuniones vemos cómo se cuida con esmero la solemnidad
del acto sagrado, el ornato del templo y del Presbiterio, el vestido de los
niños como símbolo de la elegancia y sencillez del espíritu adornado con la
gracia de Dios. Por eso, en estas fechas, la Iglesia, a través de este
acontecimiento tan familiar y tradicional, y tan significativo para quienes
tenemos la suerte de vivirlo acompañando a los niños, cada uno debemos hacernos
una pregunta sencilla pero fundamental: ¿cómo contribuyo en la familia, en la
escuela, en la parroquia, o en la forma de expresarme entre vecinos y amigos, a
que la Primera Comunión sea vivida y recordada por los niños como el día feliz
y el primero en que se acercan a la mesa del Altar con los adultos para recibir
el Cuerpo del Señor? Solo si logramos que se recuerde así ese día y ese
encuentro emocionante y feliz para los niños, podremos ayudarles desde la
familia, desde la parroquia y desde la amistad y la vecindad, a que mantengan
la ilusión y el esfuerzo para acercarse a Jesús, recibiéndole en la Santa Misa
todos los domingos. El Domingo es el Día del Señor, el Día de la Iglesia, y el
Día de los Cristianos. ¿Por qué no ha de ser el día de los niños?”
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